La unión de Dagda y Morrighan

Cuando él la vió por primera vez, ella se estaba bañando al pie de la orilla del río.Piernas esbeltas y largas y muy pálidas, su piel dicen que es del color del hueso pulido, suave como el marfil.

Manos inteligentes y hábiles desataron las nueve trenzas sobre su cabeza, dejando a su pelo derramarse por su espalda desnuda. Era el cabello largo y fino como un hilo de seda y del intenso negro de una noche sin estrellas, con el brillante brillo de las plumas de un cuervo.

Ella cantó suavemente mientras vertía el agua sobre su piel de porcelana. La canción era sombría y alegre a la vez, llena de todo el dolor y el éxtasis que era la vida y a la vez, llena de esa melancolía que deja tras de sí el final de una vida plena. Algo despertó en él que se quedó inmóvil, contemplándola en el sitio. Conocía a esta mujer, y sin embargo, sentía que nada sabía de ella.

Algunos la llamaban Muerte silenciosa, otros la conocían como Reina en la Batalla, pero todo lo que podía ver ahora era una belleza sobrenatural, una promesa dolorosa y peligrosa que anhelaba hacer suya. No se dió cuenta de que se había movido hacia la gran roca plana , como un lecho, hasta que ella estuvo entre sus brazos. Ella lo miró con oscuros ojos de cuervo que reflejaban su propia pasión. Se rió para sí, tal vez parecía extraño que el Dios de la vida y la Diosa de la Muerte hicieran una unión tan apasionada, algo tan místico y sobrenatural como si hielo y fuego lograsen fundirse en un solo elemento.

Pero cuando el sol se hundió y murió el viejo año, entre las sombras de la noche de Samhain , felizmente murió el éxtasis de su amor, sabiendo que al amanecer resucitaría, renacería con nueva fuerza.

El beso de Morrigan puede traer la muerte, pero Dagda sabía que su verdadero don para ella, era morir de amor en sus brazos, para hacerla renacer de nuevo.”